A mi madre la vi por última vez
en el año de 1927,
después no volví a verla.
Pero siempre la recuerdo:
peinando sus cabellos,
la tarde llena de luz,
sentada en el corredor.
Y yo jugando a sus pies.
Ella era dulce y suave.
Nunca supe su edad.
Era tan joven y tan vieja
como las montañas,
como los caminos.
Mi madre es la mujer
que más he amado en la vida.
La más lejana y cercana.
La que aún me acompaña
en mis sueños.
Y cuando la noche llega
y el frío,
mi madre viene a cobijarme
como si aún viviera.
Autor: Juan Rulfo
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